EL VERDADERO ORIGEN DEL HOMBRE
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Esta noche, amigos, vamos a comenzar nuestra plática, en relación precisamente con el enigma del hombre, que es necesario conocer con el propósito de formarnos una idea clara sobre sí mismos.
Ante todo, conviene que tratemos de conocer el origen del hombre: de dónde vino y cuál fue, pues, el motivo fundamental de su existencia. Mucho es lo que se ha dicho sobre el hombre y es necesario entrar en un terreno más profundo.
Actualmente vive, sobre la faz de la Tierra, una población de cerca de unos cuatro mil quinientos millones de personas; lo que puebla la faz de la Tierra, obviamente es la Raza Aria. Los continentes actuales están densamente poblados: Europa, América, Asia, Africa, Oceanía, son cinco continentes donde se desenvuelve una humanidad.
Y preguntamos nosotros ¿de dónde ha salido esta humanidad, cuál es su origen? ¿Piensan acaso, ustedes, que esta humanidad que puebla los cinco continentes, tuvo su origen en los mismos? Se encontraron restos humanos en las grutas de Grimaldi y Cromagnon y se ha tratado de reconstruir la historia, o la prehistoria, sobre las razas de Grimaldi y de Cromagnon.
Se han encontrado osamentas de gigantes. En el Brasil se encontró una figura, o un esqueleto humano, pues, de varios metros, seis a siete metros de estatura; en distintas partes se han encontrado esqueletos de gigantes. También se han encontrado esqueletos sobre todo en las cavernas de Cromagnon, de seres humanos que parecen simplemente gorilas, orangutanes, o algo por el estilo. De todo esto se ha deducido, equivocadamente, que la raza humana posiblemente venga de los simios, o de los “changos”.
La teoría de Darwin tuvo mucha resonancia en su época y se pensó que el hombre venía del mono. Este asunto inquieta mucho a la humanidad de tiempo en tiempo, se trata de saber si el hombre vino del mono, o el mono vino del hombre ¿quién vino de quién? Por épocas, se apacigua esta inquietud; por épocas, resurge nuevamente la misma inquietud.
Por ahí un pseudo-científico, una especie de “nene consentido de mamá”, tuvo la idea de que la raza humana venía de los salvajes –decía él–, y claro, esto “le gusto mucho a mamá”, pero al fin y al cabo no resolvió nada.
¿Quién vino de quién? No pienso que toda esta población, de los cuatro mil quinientos millones que puebla al mundo actualmente, haya venido de estos cinco continentes. No lo pienso, porque resulta que el mundo ha cambiado su fisonomía varias veces. Antes de tener esta fisonomía que ustedes ven en el mapa o en cualquier hemisferio, tuvo otra fisonomía distinta.
Hay mapas más antiguos; existen mapas diferentes que se han encontrado en otros rincones del mundo, donde la fisonomía de la Tierra aparece distinta. Así que, no ha tenido siempre los mismos continentes, ni ha tenido siempre la misma fisonomía. En otro tiempo, tuvo otra fisonomía distinta: lo que hoy son Polos, era Ecuador, y lo que hoy es Ecuador, fue Polos. Entonces los actuales continentes no existían, o existía parte de ellos que surgían del fondo de los mares, y había un continente densamente poblado, que estaba ubicado en el océano Atlántico.
Así que, la fisonomía del mundo era distinta. Entonces no creo, en modo alguno, que el origen de la raza humana esté en los actuales continentes.
Cuando la raza humana se desenvolvió en la antigua Atlántida, fue muy diferente. Los simios, o especie de hombres-simios encontrados en las grutas de Cromagnon y de Grimaldi y otras cavernas, pertenecen más bien a descendientes involucionados, a degeneraciones de la raza de los atlantes.
Yo digo que así como existe la evolución en las plantas y la involución también, que así como existe evolución en los animales e involución también, o en los humanos, etc., también tiene que existir la evolución y la involución en las civilizaciones.
Por ejemplo, cuando uno platica con ciertas tribus del mundo, situadas ya en el Occidente o en el Oriente, se da cuenta que tienen tras de sí enormes civilizaciones, que tienen o conservan, en su memoria, leyenda que corresponden a sus antepasados –antepasados ya desaparecidos, de antiquísimas civilizaciones– y hablan de tales antepasados con mucho éxtasis. Los mismos caníbales, que parecen tan primitivos, tras de sí tienen tradiciones enormes: conservan tradiciones de épocas inmemoriales, de enormes ciudades, etc., etc. Entonces, no son “primitivos”; son sencillamente degenerados, involutivos, ciertas tribus muy crueles y sanguinarias, salvajes, son involuciones, o descendientes de antiguas civilizaciones. Es difícil encontrar, hoy en día, gentes verdaderamente primitivas, y es que las razas humanas evolucionan e involucionan.
Antes de que existieran estos cinco continentes, repito, existía la Atlántida. Hoy por hoy, estamos muy enamorados de la civilización moderna: nos maravillan sus cohetes atómicos que viajan rumbo a la Luna, o a la esfera de Júpiter, o al mundo Venus; nos sorprenden los experimentos atómicos, las investigaciones fisiológicas, el estudio sobre las células vivas, etc. Estamos tan fascinados nosotros con estos experimentos, que firmemente hemos llegado a la conclusión de que es la civilización más poderosa que ha existido en el mundo.
Hemos caído en una especie de “sistema geocéntrico”, digo así porque en otros tiempos, ustedes saben muy bien que se creía que todos los astros giraban alrededor de la Tierra, en la Edad Media, pues nosotros hemos caído en una especie así como de “geocentrismo”, cuando pensamos que toda la historia del mundo tiene que girar alrededor de nuestra tan cacareada civilización. Pienso que se necesita una especie de “geocentrismo moderno”, de un nuevo Newton que sea capaz de demostrarnos que nuestra tan cacareada civilización no es más que una de las tantas y tantas civilizaciones que han existido en el planeta Tierra. Un día llegará en que se podrá demostrar esto concretamente.
Hay sistemas, hay métodos, por medio de los cuales uno puede evidenciar el hecho de que tras de la civilización nuestra, que parece tan “relumbrona”, existió otra civilización más poderosa que la nuestra.
Bueno, quiero referirme ahora, en forma enfática, a los famosos Anales Akáshicos de la Naturaleza, a la Memoria de la Naturaleza y es que la Naturaleza tiene memoria.
Los experimentos con el “Carbono-14”, por ejemplo, nos han demostrado que la Luna es más antigua que la Tierra, y también nosotros podemos demostrar que hay sistemas mediante los cuales es posible leer las Memorias de la Naturaleza: Los Registros Akáshicos son una realidad, un día caerán en manos de los científicos; no lo niego. Nosotros, los gnósticos, tenemos procedimientos mediante los cuales podemos estudiar los Registros Akáshicos de la Naturaleza.
Quien quiera estudiar esos Registros Akáshicos, tendrá que desarrollar en forma extraordinaria el “Loto de los Mil Pétalos”, que está relacionado con la glándula Pineal –el Chacra Sahasrara– y los poderes latentes que se hallan en la glándula Pituitaria, el “Loto de los Dos Pétalos” y de las 96 radiaciones. Este par de glandulitas son extraordinarias, desarrolladas, nos dan acceso al “ultra”, a las extrapercepciones, y también a los Registros Akáshicos de la Naturaleza.
Cuando uno estudia los Registros Akáshicos de la Naturaleza, ve en ellos una especie de “películas vivientes”, a modo de “películas vivientes”, toda la historia de la Tierra y de sus razas. Los sabios que han podido estudiar los Registros Akáshicos, saben que la Atlántida fue una realidad, que fue un enorme continente que se extendía desde el Sur hacia el Norte. Este gigantesco continente sirvió de escenario para la raza que nos precedió en el curso de la Historia. Me refiero a la gran raza de los atlantes, que era una raza de gigantes, por eso es que la leyenda de los siglos nos habla de Briareo, “el de los cien brazos”, una raza de verdaderos cíclopes. Tal raza llegó a tener una civilización poderosa, millones de veces más poderosa que la nuestra.
En materia de trasplantes, trasplantaban vísceras de toda especie: hígados, riñones, corazón, y lograron hasta el trasplante de cerebros, eso fue formidable. En el campo de la física nuclear, consiguieron el alumbrado atómico en forma masiva. Todas las ciudades usaban el alumbrado atómico: los campos estaban iluminados por energía nuclear, sus casas por energía atómica.
Dentro del terreno de la mecánica, puedo asegurarles que sus automóviles no sólo eran anfibios, sino que podían también volar por los aires y eran propulsados por energía nuclear; extraían la energía, no solamente del Uranio y del Radio, sino de muchos otros metales, y de muchos granos vegetales también y les salía muy barata.
En materia de navegación aérea, tuvieron naves más poderosas que las actuales: verdaderos barcos voladores, o buques volantes, propulsados por energía nuclear.
Viajes a la Luna, lo hicieron mejores que los que están haciendo ahora “tirios” y “troyanos”. Tuvieron cohetes atómicos sorprendentes. Con los que viajaban a la Luna, y no solamente descendían en la Luna aquellos astronautas: descendían también en cualquier planeta del Sistema Solar. De manera que nosotros no les damos ni a los talones; con nuestra tan cacareada civilización y esta pseudo-sapiencia moderna, no les damos ni a los talones, no servimos ni para limpiarles el polvo de los zapatos a los atlantes.
En cuestiones de anatomía y de biología, hicieron progresos que ni remotamente sospechamos. Ketabel, “la de los tristes destinos”, una reina atlante, logró conservarse viva, y con toda su juventud, durante miles de años. Desgraciadamente, y he ahí cómo se inició la decadencia de la civilización atlante, ella estableció una “antropofagia solar”, digna de lamentarse. Así comenzó la degeneración o involución de los atlantes.
Se sacrificaron entonces, doncellas, jóvenes, etc., a los dioses, con tales o cuales propósitos. Luego esos cadáveres, cualquier cadáver sacrificado joven, era llevado al laboratorio y allí se le extraían determinadas glándulas que necesitaba la famosa Ketabel, “la de los tristes destinos” y esas glándulas servían para reemplazar glándulas gastadas de Ketabel.
Pero no solamente se extraían, de los cadáveres, simplemente las glándulas físicas; no. Hoy los famosos científicos modernos están tan degenerados, que ya no saben manejar los principios de la vida. Los sabios atlantes sí sabían manejar los principios vitales, contenidos en las glándulas endocrinas; no ignoraban los sabios atlantes que las vibraciones del Eter, o mejor dijéramos los Tatwas, entran en las glándulas endocrinas, o pequeños micro laboratorios que producen hormonas y jamás vuelven a salir de allí porque se transforman en hormonas, eso no lo ignoraban jamás los sabios atlantes. Sabían manejar esos Tatwas o vibraciones del Eter Universal: cuando hacían un transplante de glándulas a Ketabel, lo hacían conjuntamente con el manejo de los Tatwas, pues manipulaban las vibraciones del Eter o principios de la vida. De manera que esos científicos eran inmensamente superiores a los endocrinólogos modernos, que nada saben de estas cosas, que ignoran hasta la existencia de los Tatwas, pues nunca se han tomado la molestia de estudiar a Ramá-Prasad, o al Dr. Krumm Heller.
Fueron enormemente aventajados los atlantes. Existía una universidad atlante maravillosa. Quiero referirme, en forma enfática, a la Sociedad Akaldana, una verdadera universidad de sabios. Estos
estudiaron la Ley del Eterno Heptaparaparshinock, la Ley del Siete, a la maravilla; aprendieron a concentrar los rayos solares para hacerlos penetrar en determinadas cámaras, sabían transformar los siete colores del prisma solar, es decir, sacar la “positiva” o “diapositiva” de los rayos del prisma solar.
Una cosa es ver los siete colores prismáticos, y otra es transformarlos en forma positiva, sacarles “la positiva”. Los científicos modernos han estudiado los siete colores fundamentales del espectro solar, pero no les han sacado la diapositiva a esos siete colores. Los sabios Atlantes sabían sacarle la “positiva real” a los siete colores del prisma solar, y con esa “positiva” de los siete colores, realizaban verdaderos prodigios.
Recuerdo, al efecto, el caso de dos sabios chinos que hicieron experimentos también al estilo atlante, con los siete colores del espectro solar. Sacando “la positiva”, por ejemplo, de los siete colores, pusieron –por ejemplo–, opio ante un rayo coloreado, y luego vieron cómo el opio se transformaba en otra substancia, Pusieron un pedazo de bambú, humedecido en determinada substancia ante un color azul –positivo no negativo del espectro solar–, y se vio cómo ese bambú se teñía firmemente con el color azul. Se hizo pasar, por ejemplo, el sonido –tales notas: la nota “Do”, “Re”, o “Mi”–, en combinación con determinado color, y se vio cómo la nota alteraba el color, le daba otro color completamente diferente.
Se usaron los siete rayos, en su forma positiva, para realizar prodigios en el continente Atlante; se estudió a fondo la Ley del Eterno Heptaparaparshinock....
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